Hablar de la poesía de Heber Sorto es recurrir al abrazo con el otro y con la creación misma. Cuando Heber Sorto define la cotidianeidad tiene tres elementos a su favor: el primero es que al indagarla, su voz tiene como amalgama una tentación: la búsqueda en lo popular, sin dejar el tono íntimo del poeta que desde un estado de vigilia ve el transcurrir; de ahí surge su poesía escrita a manera de comunión desde la multitud y para la multitud. El segundo elemento es la propiedad de los instantes en que esta poesía se detiene: las tardes de la gente, fotografías, costumbres que por burdas son aleccionadoras, la política llevada hasta la caricatura, una visión de país truncado donde sus habitantes profesan el ejercicio de la ignorancia ya sea por disimulo o por impotencia. El tercer elemento que abre el universo de esta poética reveladora es que esa búsqueda de afirmación del hombre y de verificación de su