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Mostrando entradas de diciembre, 2017

Elvira

ELVIRA Es el inicio de la década de 1980. Me tomas de la mano cuando salimos del pequeño autobús que supongo era de color blanco con líneas azules y rojas. Hueles al bosque de las tierras altas. Yo te veo y aunque es delirante el sol, descubro que tienes tu propia luz. Yo estoy adentro de tu luz, protegido en mi primera salida al mundo, a la ciudad de Santa Rosa de Copán. —Agarre las cositas hijo. —Me dices. Yo tomo los paquetes con quinientos puros, envueltos en fibras secas de mástil de banano, los coloco en mi espalda y tú cargas también quinientos puros. Acomodo en mi cabeza un sombrerito de palma, miro de frente a la ciudad y te pregunto. —¿Y qué digo mamá? —Salude con educación. Mire a la gente y dígales “compra puros”. —Contestas.   Y así comienzo a subir la ciudad, a descubrir el mundo, de pulpería en pulpería, de desprecio en desprecio, de lástima en lástima, hasta que llegamos quemados por el verano al parque de Santa Rosa, pero estoy demasiado sorpre

Randall Roque, "amar el monstruo que somos"

Una madrugada en el bar “El lobo estepario” del centro de San José de Costa Rica, yo llevaba esa cerveza a medias, cuando se me acercó el poeta Dennis Ávila con un trago del ron que me gusta a presentarme a un poeta. Le acompañé al extremo de la barra en penumbra “Soy Randall” me dijo, y Dennis, que es tan gentil, intervino con una frase “en verdad, Salvador, este es un gran poeta, y huraño para más señales”. Luego de las cortesías, comenzamos una conversación que se extendió seis tragos más, a la que se sumó el gran poeta boliviano Gabriel Chávez Casazola; al amanecer salimos del bar a desayunar y a continuar conversando, eran las seis de la mañana y ya tenía en mis manos el libro “Contracultura” (Summa, 2017) que Randall Roque me obsequió. Ya en Gracias, Lempira, mientras se fraguaba un golpe de Estado electoral en Honduras y una candidatura ilegal de reelección, comencé a leer a Randall Roque; alternaba la lectura con algunas llamadas para saber cómo estaban los amigos y po

Noé Lima, la edad perdida de la poesía

Desde que leí por primera vez a Noé Lima, hace unos catorce años, me asombró su poesía y me volví uno de sus lectores. Siempre he seguido la pista de este poeta salvadoreño, desde sus años en el Grupo Tecpan, su cercanía con los poetas urbanos y experimentales de la ciudad de Guatemala a inicios de siglo, los encuentros de PaíspoEsible, su estancia en España, donde más de una vez planeamos encontrarnos mientras yo viajaba por Europa para continuar aquellas conversaciones que dejamos inacabadas en los bares de la zona 1 de ciudad Guatemala; además, claro, sus libros y sus publicaciones en línea siempre han sido testimonios necesarios no sólo de una poética, sino de su idea de la vida y de la auténtica manera en que él vive y se expresa. De aquel tiempo, de aquella primera sorpresa, como siempre sucede con los poetas que se arriesgan más allá del límite tradicional o que son luminosos desobedientes de lo que dictan las academias, las vacas sagradas, o la militancia a favor d

Adán Vallecillo, artista esencial de nuestro arte

Adán Vallecillo es el más coherente de nuestros artistas en el arte contemporáneo. Su carrera manifiesta esa incansable búsqueda, explorando desde la cerámica, la pintura experimental, el arte objeto y el performance. Es un protagonista de los mejores instantes del arte de la última década, su paso por la la Antología de las Artes Visuales de Honduras está marcado por su propio proceso, pues su trabajo le llevó a reunirse en Atería y en La Cuartería, junto a Leonardo Gonzáles, Gabriel Galeano, César Manzanares y Fernando Cortés. Desde la indiferencia de las instituciones, de la crítica y de quienes se creían dueños del circuito de arte hondureño, Adán Vallecillo se impuso; nunca pensó que su trabajo era un asunto marginal, todo lo contrario: lector y conocedor de las grandes expresiones del arte contemporáneo, avizoró con entero profesionalismo sus facultades e indagó, desde sus inquietudes, los temas tanto formales como la trasgresión y la osadía de un nuevo discurso.