No está demás contar aquí que Rigoberto Paredes es un magnifico poeta,
una voz actual que ha cruzado las últimas décadas de la poesía hondureña; pluma
desenfadada, anti solemne, irreverente e irónica; y no está demás contar aquí
que Rigoberto Paredes es un magnifico lector y un buen conversador. Mi
generación lo conoció en ese laberinto de sus libros y de conversaciones
precisas, y luego nos dejaba llevarnos libros de su biblioteca con una mansa
felicidad, siempre nos dijo que estaba seguro de ganar buenos lectores para una
gran causa: la buena literatura.
Y quiero recordar de nuevo esas pláticas donde la obra de Julio Cortázar
volvía siempre; regresaba fresca y vital a anunciar de nuevo los espejismos o a
desentrañar de lo cotidiano ese otro mundo mágico, raíz de la ficción o de las
posibilidades de la comprensión humana y los juegos mentales. “Rayuela”
considerada la obra mayor de Cortázar, anda por el medio siglo de haber salido
a las librerías, Rigoberto Paredes, poeta hondureño, la recuerda en este
artículo de hermosa sencillez y pasión profunda por la buena literatura, es un
texto nada ufano, un giño de buen lector que quiere invitar a leer o a releer “Rayuela”
o a recordar a Cortázar.
Salvador Madrid
LA MAGA Y OLIVEIRA EN SUS CINCUENTA
Rigoberto Paredes
Publicada en junio de 1963, RAYUELA fue el detonante inicial del tan sonado “Boom de la novela latinoamericana”. Merced a su signatura novedosa, tan sugestiva como inagotable, en su momento marcó hitos, rompió cánones y barreras hasta entonces infranqueables.
El mismo oficio de escribir, en todas sus facetas creativas, dejó de ser
el mismo. Traducida casi simultáneamente tras su publicación a unos treinta
idiomas, esta obra -a diferencia de otras de parecida índole experimental- suscitó
el reconocimiento unánime de críticos y lectores, e igualmente editores y
diseñadores desplegaron todo su ingenio gráfico para ponerse a la altura de sus
requerimientos formales. Podría decirse que Cortázar inventó una práctica
diferente de hacer novela, así como una escritura nada usual ni convencional,
desmarcada totalmente de los usos y gustos imperantes en el mundo de habla
hispana de aquellos años.
Ya sé que no estoy diciendo nada nuevo, y que cosas así se afirmaron
reiteradamente al momento mismo de publicarse RAYUELA. Pero su vigente valía
tras medio siglo no agotan -sino todo lo contrario- sus cumplidos y merecimientos,
pienso yo. Se trata de una novela total, de ambiciosa y no menos arriesgada
estructura, inequívoco paradigma de lo que Umberto Eco calificaba como “obra
abierta”. RAYUELA, novela de novelas, provocadora de lecturas diversas y, por
eso, más que la clásica novela de autor, se inscribe a todas luces dentro del
exigente repertorio de la “novela de lector”. En realidad, escritura y lectura
se erigen por igual, más allá de las avasalladoras presencias de La Maga y
Oliveira, en sus protagonistas centrales. La escritura, su entramado formal,
constituye el entramado dominante de la obra.
Sobrada razón le asiste a Cortázar al considerarla como “contranovela” ,
pues su misma disposiciòn verbal nos hace pensar que más de algún
convencionalismo se ha hecho añicos en sus adentros, ya no digamos el
reduccionista concepto tradicional de novela, soguzgado ante todo por la
linealidad y la fabulación unidimensional. Novela de novelas decíamos, pues
como bien coinciden sus estudiosos consta de por lo menos tres historias (partes,
subtextos, etc.) o tantas más como lo propongan sus juiciosos lectores.
Asimismo, novela de encuentros y desencuentros - de La Maga y Oliveira- en los
que aparentemente no pasa nada. (…La Maga
sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo
menos casual en nuestras vidas). La rutina, la previsible cotidianidad no
tienen mayor cabida en el argumento de esta obra, y mayormente se despliega en
arduas conversaciones (la vida, el arte, el amor), en espacios y tiempos
diversos, en deliberadas digresiones del propio autor y, sobre todo, de sus
protagonistas. Por eso más de alguno la ve como una novela del absurdo, aunque
a mì ese calificativo me parece poco afortunado. Novela experimental y
heterodoxa podrìa ser, con unos aciertos poco comunes entre obras de parecida
naturaleza. Tras cincuenta años de su publicación, es innegable que RAYUELA
mantiene en lo alto su listòn de calidad, su vigor estilístico y su prestigio
referencial como una de las novelas emblemáticas de la historia literaria de
Amèrica Latina. Y, por lo visto, larga es la vigencia que tiene aùn por
delante.
Tegucigalpa, 2013
RIGOBERTO PAREDES Poeta, ensayista y editor. Trinidad, Santa Bárbara, 1948. Ha sido
galardonado con el Premio Nacional de Arte y Literatura 2006. Entre sus libros
publicados destacan: En el Lugar de los
hechos (1974), Las cosas por su
nombre (1978), Materia prima
(1985), Fuego lento, antología personal
(1989), La estación perdida (2001), Obra y Gracia (2005), Segunda mano (2008), Lengua adversa (2011).