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Mostrando entradas de julio, 2015

Edmundo Lobo: las honduras de la belleza y del anonimato

La fotografía de Edmundo Lobo es una mirada de los instantes de la vida cotidiana de la tierra hondureña. Una fotografía que profundiza en el ser del hondureño y que indaga su condición desde una perspectiva antropológica y artística. Pero también es una fotografía que es una exploración de esos universos que coexisten en un territorio: los pueblos originales, el mestizaje, la materialidad, la esencia de una historia que nos ha llegado a pedazos, la luminosidad de la memoria, del olvido y la marginalidad. En cierto modo esta fotografía es imagen y semejanza de un tiempo fragmentario que se busca a sí mismo para dialogar con una voz propia y plural que hable de las honduras de Honduras, de la belleza bárbara que crea y destruye paisajes y visiones, que se nutre de las contradicciones de esa idea que aún amasamos: la identidad hondureña. La colección de fotografías “Tierra adentro” es una oportunidad para conocer más sobre Honduras y sobre sus habitantes, especialmente aquellos

León Leiva Gallardo: “la razón miente más que la poesía”

Conocí a León Leiva Gallardo mientras cruzábamos la hojarasca de las horas que precedían al vodka de la madrugada y a la voz pausada del poeta Rigoberto Paredes. Otro poeta, Dennis Ávila, rasguñaba los versos de Vallejo y pasajes de una novela de John Kennedy Toole “La conjura de los necios”. Era un tiempo hermoso, lo digo por tener a Rigoberto Paredes entre nosotros y porque mi generación aún no se había dispersado, aún la ciudad de Tegucigalpa y el Café Paradiso era esa cede común y el punto para las tertulias, los préstamos de libros, lecturas vitales de poesía y magnificas discusiones sobre arte y política; lo digo por mi generación. De León Leiva Gallardo supe dos cosas esenciales esa madrugada: la primera que era un novelista desconocido en Honduras a pesar de tener dos novelas bien logradas y publicadas en Tusquets Editores, una de las editoriales más importantes de Hispanoamérica; hablo de dos magníficas novelas “Guadalajara de noche” y “La casa del cementerio”; la segunda c