Los niños de la comunidad de Camalote Campuca, Javier Vargas y yo conocimos hoy un país llamado “Amarizul” y me da por pensar, aquí en este patio de una escuela rural, mientras hundo la mirada en las lejanías, que ahí se mudó Julio César Anariba. “Amarizul” es un país gobernado por los niños, está al final de un mar que aunque golpea en las playas del infinito no causa sensación de lejanía, sino de abrazo. Para entrar a ese país se debe comer una extraña fruta que nos vuelve niños; sólo de ese modo podemos ser habitantes de ese maravilloso reino al que se llega en barcazas cuyos remos son alas que huelen a cáscara de limón. Por supuesto que hay mucho de Honduras en ese reino, pero lo tenemos oculto, pues no queremos que los políticos, los depredadores de conciencias y los asesinos lleguen ahí. Julio César Anariba, dignificó el oficio marginal de la creación; a pesar de saber mucho fue un hombre silencioso y humilde, un escritor honesto que no ocupó del ruido ni de las academia...