En el año 2006 el poeta
Felipe Rivera Burgos publicaba su primer libro de poemas “Ese verde esplendor”,
cuyo centro y esencia era la temática amorosa; sin embargo el libro en su
totalidad explora desde esa noción otras aristas: el erotismo, la sombra
existencial del hombre contemporáneo y el ensueño de los amantes entre el
hastío de un tiempo cotidiano que debe ser trascendido para cumplir esa íntima
hazaña de custodiar los dones del amor.
Ese mismo año 2006, le
hice una entrevista al poeta Rivera Burgos; hoy entre los papeles que el tiempo
sabe guardar he encontrado aquella evidencia de ciertas conversaciones mías con
este autor que admiro y respeto. Un poeta de rasgos conceptuales magistrales,
con una destreza de lenguaje que se evidencia en cada poema, sin embargo no
hablo aquí de afanes formales y de apego a un canon, todo lo contrario, un
lector certero comprenderá que el ideal poético de Rivera Burgos es
transparente y celebra el gusto por la buena escritura, cada cosa está en su
lugar, difícilmente la emoción se despliega en una catarsis verbal y hay en ese
aspecto de contenida esencia quizá un antiguo sentimiento o postura que le
viene al poeta de su experiencia en el mundo y de sus lecturas tan bien
asimiladas y tan bien replanteadas, pues la poética de Rivera Burgos explora
las circunstancias de su tiempo y desentraña las de la historia humana vistas
desde la lupa de la creación literaria.
Hoy publicamos unos
fragmentos de la entrevista mencionada; siempre he creído que es un dialogo en
construcción cuya dialéctica nos depara sorpresas memorables. No sé cuánto de
lo que aquí dice Felipe Rivera Burgos está escrito en piedra, o cuántas ideas o
conceptos, hoy, nueve años después habrá cambiado o simplemente negado; en todo
caso, sea cual fuere la actual circunstancia, lo importante es leer una opinión
en el tiempo de tan magnífico creador y justo es decir que actualmente yo
hubiese preguntado a Rivera Burgos sobre otros aspectos de su obra.
El poeta vive en Suiza, la
vida lo llevó a marcharse de este país; sé que tiene libros inéditos, la
brillante colección de relatos “En el principio la fábula”, por ejemplo, y un libro
más de poesía. Hoy dejamos con el lector esta conversación y algunos de sus
poemas de su libro “Ese verde esplendor”.
FRAGMENTOS DE UNA ENTREVISTA CON EL POETA FELIPE
RIVERA BURGOS
Su nombre, en los inicios, aparece ligado al Grupo Arlequín,
podría hablarnos de tan importante momento: nombres, publicaciones y del
espíritu que los unía.
En el 89, Luís Núñez,
Óscar Mejía y yo coincidimos en las clases de Historia del Arte en el CURN.
Conversábamos, leíamos y frecuentábamos la biblioteca y las cafeterías. Pronto
nos dimos cuenta que todos escribíamos y que compartíamos los mismos autores,
más que todo la prosa de Borges y los poemas de Vallejo. Entonces decidimos
editar nuestro propio boletín literario con el nombre Arlequín. Habíamos
decidido dos nombres; quiso la desgracia que la gente recordara solo este,
porque el nombre del grupo, que para nosotros era más importante, era Aleph.
Para nosotros, Arlequín sólo sería una publicación entre otras.
Decidimos el nombre Arlequín conscientes en que era muy pronto para
nosotros, en nuestro primer año de universidad y con tan poca experiencia,
publicar algo serio, y porque entendíamos que la literatura era solo un juego
sofisticado que queríamos jugar. Estábamos conscientes del significado que le
daba el diccionario y el uso de esa figura en la historia del arte. Te
menciono, para el caso, un poema de Dennis Arita que nunca llegamos a publicar:
NO TENGO UNA IDEA FIJA
No tengo una idea fija
No tengo una idea fija
No tengo una idea fija
No tengo una idea fija
No tengo una idea fija
No tengo una idea fija...
Al inicio el boletín era
dos hojas volantes que distribuíamos en el estacionamiento, luego llegaría a
tener unas 16 páginas. Hacíamos de todo, poesía, cuentos y caricaturas. Óscar
Mejía introdujo a Dennis Arita. Pero el grupo consistía en compartir, más que
todo, la literatura de los demás, autores que íbamos descubriendo, otros que
íbamos desechando. Nuestras referencias siempre fueron librescas, citados en
Borges o en Valverde. Pocas veces nos atrevimos a leer un autor del que antes
no supiéramos nada. Creo que eso nunca pasó. Por una cuestión básica, suspendimos
el conocimiento de la literatura hondureña para ocuparnos en nuestra formación.
De esa época surgió la costumbre de reunirnos para hablar de autores y libros.
Y de ser severos con nuestros propios escritos.
Recuerdo de manera afable las publicaciones de
Arlequín, se hacían grandes esfuerzos por mantener la calidad y por dar a
conocer unas lecturas que poco fluían en el circuito literario ¿Cómo se
definían estos detalles?
Cuando nos dieron la
oportunidad de tener una sección en un diario, sabíamos que en algunos momentos
nunca nos pondríamos de acuerdo para seleccionar a los autores y, mucho menos,
los textos. En parte lo resolvimos al aceptar y respetar -con objeciones claro-
las sugerencias de Marco Antonio Madrid, Óscar y Dennis, pero Luis y yo nos encargábamos
de los detalles del diseño porque trabajábamos en el diario. En esto de las
ediciones entendíamos bien el concepto de la dictadura. El arte nunca ha sido
democrático... pregúntenle a Papinni o a Céline.
En una entrevista realizada hace unos dos años,
usted comentaba sobre las ideas del grupo. Me llamó la atención el hecho de
afirmar una contrapropuesta contra lo establecido.
En lo que estábamos claro
es que la literatura sólo tenía un fin en sí misma; "usarla" para
educar, transformar conciencias o fomentar ideas revolucionarias era una
traición y una estupidez. Eso nos parecían todos los eventos culturales de la
época. Todavía eran los ochentas. Nunca nos sentimos parte de ningún
voluntariado ni de ningún grupo de entonces (ni de ahora, creo) y, en mi caso,
siempre me hacían sentir el peso de lo provinciano y de la ignorancia. Muchos
tomaban estos eventos como mítines o algo así. Creo que todos coincidiremos en
considerar esas manifestaciones como escolares: el teatro, la poesía y aun la
crítica. Encontraba más vanguardismo en The Doors... Claro, jamás tuvimos nada
contra ninguna persona. El problema era el conjunto.
Se les recuerda como conocedores de la literatura
inglesa y por tener en ella cierta mirada canónica.
La falta de buenos textos
en español nos obligó a buscar referencias en la biblioteca del Centro Cultural
Sampedrano, donde la mayor parte de los textos estaba en inglés. Algunos pude
leerlos por mí mismo y otros, para fortuna nuestra, los traducía Dennis. Pero
ahí descubrimos a John Donne, a Ben Johnson, De Quincey... De hecho, los libros
de Sir Thomas Brown que yo he leído son traducciones de Dennis. Tuvimos que
encontrar la manera de resolver la falta de textos y la pobreza... En esas
antologías y enciclopedias descubrimos la poesía norteamericana y también la
misma poesía universal, como la francesa, italiana y portuguesa. Recuerdo el
poema de Droumond de Andrade Muerte en un aeroplano, por ejemplo. Y
claro, estaba en inglés. Eso siempre nos llevó a considerar los textos en relación
a, o referido por... Si no, podían esperar...
La producción que aparece en “Ese verde esplendor”
¿En qué fechas la podemos ubicar?
Quizá fueron escritos
entre el 92 o 93 a
2005. No es la única poesía que he escrito, pero creo que era la que presentaba
mayor unidad. Publicar otros poemas quizá hubiera atentado contra la naturaleza
de este libro.
El universo de su poética en qué difiere de otros
poetas hondureños.
En ninguna. Creo que los
poetas siempre intentamos que nuestras palabras sobrevivan y lleguen a otras
generaciones. Y en los temas, pues en la historia de la humanidad los temas
siempre han sido los mismos: el amor, la guerra, el exilio, etc.
Política y poesía, hay límites, correspondencias.
Qué tal si dirigimos la conversación específicamente a nuestro contexto.
Sí hay límites. Ambas son
ocupaciones con conocimientos diferentes. En una se privilegia a la acción y en
la otra a las palabras. Sólo hay una manera de mentir: con las palabras, y este
es un recurso que ambas usan. Lo que sucede, la gran diferencia entre estas dos
profesiones, es la naturaleza del tiempo. El poema quiere permanecer, seguir
vigente; el discurso casi siempre se circunscribe a momentos propios de la
historia de un pueblo, y al verlo más allá pierde todo sentido. Cuando alguien
dice que hace o escribe poesía política no sé de qué habla. La poesía siempre
está de parte del individuo, y solo los individuos la leen y la comprenden; la
política es para las masas, y las masas no entienden nada. No sorprende que en
los discursos los políticos se ocupen de no decir nada nunca.
Aquella expresión de Kant, lo bello como ¨placer
desinteresado¨ o la búsqueda de Gauthier hacia una visión sobre el arte más
liberado, autónomo (entendido ampliamente, en su sentido burgués y anti burgués)
¿Podría ser uno de los caminos para acercarnos a su ideal artístico?
Creo que la poesía no es
comprensible por ninguna de estas vías. El hecho poético es en sí un hecho
estético, pero antes que eso es una manera de entender el mundo. Toda poesía es
reveladora de la situación del hombre ante la naturaleza o el cosmos, ese es un
hecho que no ha cambiado. La filosofía, con cualquiera de sus corrientes, es la
otra forma de entender el mundo. De hecho, es la más nueva, pero la poesía
sigue vigente. Tratar de usar la filosofía para explicar la poesía es como usar
la arquitectura para explicar los dibujos de Escher. Me sorprendió el concepto
del vidente de Rimbaud y me gustan todos los poemas que tratan de explicar la
poesía. Odio esa crítica literaria que hace del arte una entelequia, como el
estructuralismo. Por eso esos movimientos tienen corta vida... La poesía es un
hecho irracional, concebida en un estado de trance, y sólo en ese estado podría
explicarse a sí misma.
¿Compromisos entre el escritor y sus lectores?
Depende de los lectores.
Hay un tipo de lectores a los que, si me llego a enterar que les gustan mis
poemas, posiblemente no escriba nunca más. Cuando uno escribe espera que los
lectores broten de la tierra como una especie de seres nuevos, increados,
nacidos por nuestro propio aliento para que comprendan y disfruten nuestro
trabajo. Para el caso, detestaría que a una persona le gusten mis poemas y
también los poemas de Benedetti y que no encuentre diferencia.
¿Escribir poesía es sólo la puesta en escena de las
vocaciones técnicas, inteligencia, sensibilidad?
Soy básico en esto de la
poesía. Creo que no soy de esta época. Para el caso, estoy convencido de que el
poeta nace, no se hace. Ahí podría terminar el interés de cualquier intelectual
en mi obra y lo entiendo, pero no encuentro otra forma de explicarme la poesía
como un fenómeno perenne en la humanidad, y eso explica también por qué los
talleres son inútiles y sólo han contribuido a perturbar el natural desarrollo
de los que asisten, que bien pudieron ser buenos contadores.
Podría hablar de sus influencias en el caso de la
poesía.
Hay un asunto en esto de
las influencias que me asusta y me entristece. Por un lado, por más que nos
guste un poeta jamás escribiremos como él. Y por otro, por menos que nos guste
alguna poesía, puede que al final nuestra obra se parezca a ésa. Hay muchos
poetas que me fascinan, están en casi todas las enciclopedias y en todas las
antologías, desde la poesía de las tragedias, de los salmos, de las epopeyas, hasta
algunos poemas de Manu Cáncer (por mencionar algún poeta menor que acaba de
morir). Lo que me preocupa es que uno no escoge a los versos de quién se
parecerán nuestros versos, y en mi caso casi siempre se parecen a los poetas
menores. Igual, me conformo. No es conformismo, es resignación, auténtica,
cristiana, producto de una pesadumbre más dolorosa que una muerte.
Tegucigalpa, Honduras, 2006
Portada del libro "Ese verde esplendor" de Felipe Rivera Burgos
POEMAS DEL LIBRO “ESE VERDE ESPLENDOR” DE FELIPE
RIVERA BURGOS
UMBRAL
AHORA, POEMA,
toca
la soledad de esta página con heridos recuerdos,
habla del vaso derramado,
de lo que a mi cabeza dijeron
las manos de mi padre,
de las ventanas donde octubre inventaba el invierno.
Es
tiempo de tocar el filo de los atardeceres
y
mostrarnos las calles donde caímosultrajados y anónimos,
cuando los soles eran negros
y el silencio rehusaba la compañía,
cuando caía de los labios
la sangre de las flores.
Habla
del invierno,
de
los caballos desbocados en la palma de mi mano,de la niebla, los pájaros,
del mar que en la playa se quebraba
como el vestido de una muchacha,
de la escritura de las gaviotas en la arena.
Solo
quedamos tú y yo.
Atrás
se pierde la sombra tutelar
que
en soledad contemplabas.
Caminemos.
NACIMIENTOS
DE LAS GRANDES AUSENCIAS,
del
vasto temblor de los labiosante lo que inexorable raerá el destino
nace la onda materia de los besos
Del
dolor,
de
los largos silenciosdonde me escucho rodar en la noche
como una quilla a la deriva,
de las amistades que en soledad
dejan el presentimiento de los naufragios,
de las puertas incendiadas detrás de los jardines,
de la sonrisa que conjura las pequeñas muertes
de las despedidas,
de mí, solo, derruido,
como un tronco expuesto tenazmente a la lluvia,
de estas manos acostumbradas
a la dureza de todo lo tocado,
nace esa esperanza,
este rostro, este nombre
que callo para bien
o para mal.
DE ESPALDAS AL CREPÚSCULO
DESCREO DEL AMOR QUE VIVE DE
RODILLAS.
Hace
ya muchos maresel lento paraíso cayó de nuestras manos
con un estrépito de pétalos y huesos.
Tus
labios eran dos giralunas
abriéndose
a la lluvia de octubre.
Sabes
que era el amor
el
rumor de los pájaros de inviernoque volaban sobre el farallón,
sabes que el destino nos marcó con sus cruces
como dos sombras prendidas sobre el paisaje.
Nadie
tendió rieles al corazón,
sin
embargo pasó más veloz que una tranvíaarrastrando consigo todos los parajes.
Quiero
volver y no puedo,
estos
hombros aturdidos de lágrimas.
Vivo
con lo que puedo,
con
lo que arrebataron mis manos a esos días,y vuelvo la espalda a los crepúsculos
donde el amor se postra.
INCIENSO DE LA ROSA
COMO EN LA INFANCIA, LOS ÁRBOLES
HOY PASAN
con
gran estruendo.No me pregunto como hace la ruina
para seguir su curso
entre las grietas del recuerdo.
Todo
está hecho de humo.
Solo
una vez quemamos nuestras manossobre una piel.
Solo una vez ascendió hasta nosotros
el incienso de la rosa
como una nube de pájaros amargos.
Como
en la infancia, un río nace
de
la tumba de los imperios,y un nombre se duele al interior de las estatuas.
Paso
entre el llanto de los álamos
y
ya no pregunto cómo hacen sus hojaspara llorar todas las lágrimas del mundo.
AGUA INMEMORIAL
BAJA
POR LA ACERA UN AGUA DE RECUERDOS,
detritus
del amor, ropa de sueñosdisuelta en la corriente oculta.
Las calles cambian memoria.
Las voces de los hombres se hunden
junto al griterío de las cosas perdidas.
Un naufragio es el día, limun que fue
dura materia labrada por los años.
Una arena secreta lo recorre llevándose los nombres,
los besos, las palabras,
las flores amarillas del breve invierno,
los periódicos, la vida mutilada.
Nadie
vaga en libertad.
Nadie
está libre nunca en ningún sitio.
Atado
al paisaje, el árbol vuela solo
y
dilatan sus hojas las duras aguas del cielo.Corre hacia la noche el río desnudo de los cuerpos
sobre la piel del mundo.
Corre hacia la noche un agua sin memoria
que no alcanzará nunca los huesos del mar.
¿Dónde
están las manos que un día recogieran
las
dolorosas flores en los patios de octubre?Las cosas se quiebran
al otro lado del tiempo y de los hechos,
y no lo que amamos si no el amor,
hija mía,
nos sobrevive.
AQUÍ TERMINA EL MAR
NO
ES MÍA ESTA HERIDA,
es
del tiempo…
No
soy yo el que muere en tu memoria,
es
un orden,una estructura sonora,
un astro de fría sangre
apagándose en una dura
e inexplicable caída.
Ahora,
octubre es todo lo que tengo de ti.
Ni
tus maneras ni tus gestosestán entre las cosas que recuerdo.
Ni tu voz ni tu aroma.
Solo
el aire de octubre,
vacío,hiere la sangre.
XII
(Fragmento)
Deja
que todo se pierda, Burgos.
Golpea
primero, hiere aun aquelloque nunca se reveló contra ti,
la casa de tus padres, la voz de los amigos.
Deja que el odio manche las paredes,
los parques, los rostros, los sanjuanes,
aquellas avenidas, las luces del café,
para que, lejos,
nada te sea grato y ames
y quieras volver.
Deja
que todo haga en ti
heridas
que el tiempo no cure.