El poeta Rigoberto Paredes me lo dijo después de recibir una llamada del artista hondureño Delmer López para invitarlo a la quema de las chimeneas de Trinidad Santa Bárbara: “Tengo el orgullo de ser descendiente de un pueblo mágico, lleno de locos y pirómanos: Trinidad, Santa Bárbara. Soy de la tierra del fuego y de los locos” y yo le creí porque en ese tiempo ya había escuchado esas historias del fuego y me intrigaba esta gente blanca o morena, barbados, escandalosos, espontáneos y confianzudos. Con Rigoberto Paredes, uno de los mayores poetas de la historia hondureña, nos quedábamos horas a hablar de nuestra tierra, refugiados entre relatos fantásticos. Luego se ponía serio, cuando yo le decía que el triniteco Pecho de Águila Zelaya era más famoso que él. “Salvatore, ve a Trinidad y ahí te contarán la historia cuando yo siendo portero le paré un penal a Pecho de Águila Zelaya, así que somos igual de grandes…”. En Honduras hay celebraciones hermosas, pero pocas se compa...