Encontrarse
un buen libro de poesía en Honduras siempre es una sorpresa; lo digo sin
ironías pensando en el actual panorama de la poesía hondureña y su caricatura hipster,
tan reciclada y ridícula, y lo peor de todo, en proceso de validación por otro
grupúsculo de recepcionistas que se autodefinen como gestores culturales y
especialistas en arte en los espacios culturales que ya conocemos; lo digo por
un buen libro del joven poeta hondureño Armando Maldonado “Un poema que hable
del mar” publicado para suerte de la poesía hondureña en El Salvador.
No
está demás contar en esta breve nota que Armando Maldonado ha sido un buen
gestor cultural, comprometido con la difusión de la poesía y la creación de
espacios que acerquen a públicos y a lectores y viceversa; es reconocida su
labor en PaíspoEsible, en talleres literarios de jóvenes creadores
universitarios a inicios de este siglo, además de ser gestor del proyecto
“Sociedad Anónima” un festival de poetas jóvenes cuyo objetivo era descubrir
voces nuevas en la poesía hondureña que por algún motivo (casi siempre
económico) no hubieran publicado sus obras; este festival tuvo una magnifica
aceptación en su momento y muchos de los poetas que participaron hoy son parte
del panorama creativo de la joven poesía hondureña.
Maldonado
es un creador que ha tenido la virtud de la paciencia, ha cruzado la marea del
realismo sucio, el golpe de Estado y su fantasma que condimenta la decadente
bohemia del mundo cultural; lo mejor de todo es que se ha nutrido de todas las
experiencias posibles, para luego definir los propios rumbos de sus lecturas y
de sus posturas; creo que esto le ha permitido participar en la convulsión de
un tiempo crítico, pero también formar un carácter individual que le permita
apartarse, observar, reflexionar y escribir; acciones que sin duda van decantando
el espíritu de un poema. No se trata de ningún misticismo, por supuesto que los
que conocemos a Maldonado, estamos más prestos a celebrar su espíritu
dionisiaco, su vida laica y no otra cosa. Este comentario intenta ir por una
arista que es más personal en el poeta y quiere relatar un poco sobre el
proceso creativo de Maldonado que sin duda hoy tiene buenas consecuencias: una
poesía bastante cuidada en su sentido formal, el poema breve lleno de precisión
y en un par de ocasiones con celebrada perfección, el distanciamiento de la
realidad sin caer en la frialdad y mucho menos en la sola mirada, la
exploración de la historia en los libros y no sólo en las experiencias
cotidianas, el buen pulso para no rayar en lo conversacional, el riesgo y el
esfuerzo por hacer una introspectiva de los elementos de la realidad con todas
las armas posibles y entre ellas brilla una delicada intuición que es quizá la
mayor ventaja de Maldonado en los poemas de estos años que son los que forjan
su situación como navegante de los días sospechosos.
El
libro “Un poema que hable del mar” está conformado de veinte poemas breves y
apareció en la editorial La Chifurnia de El Salvador, dirigida por el magnífico
poeta e inmenso gestor cultural, Otoniel Guevara, que ha sido amigo permanente
de los creadores hondureños y que durante años ha promocionado la poesía nuestra
de una forma desinteresada y amorosa, publicando la literatura hondureña e
invitando a escritores a los festivales de poesía de El Salvador que son una
ventana para asomarse a otros espacios y a otros creadores.
“Un
poema que hable del mar” es un libro disperso en sus temáticas, totalmente
ecléctico y perfila a un poeta que no sólo quiere discursar sobre su tiempo,
sino definir una voz propia que le permita llevar el trajín de su propia
sensibilidad.
Hay
poemas valiosos como “Las confesiones de cualquier Lázaro” que quiebra la
versión idealista de la resurrección y distorsiona el sentido de la segunda
oportunidad hasta caricaturizarla como un acto de magia que no consideró preguntas
sobre la vida sino sobre la muerte: “¿Qué pecado merece el castigo de dos
agonías en un lecho febril?”.
Poemas
que nombran instantes difusos, mundos cortazarianos y totalmente surrealistas
como el poema “La Jirafa” que está perfectamente logrado como imagen y como
estructura poético-narrativa, es cuento súbito y poema brevísimo. Poesía la de
Maldonado que se deja seducir por la historia libresca, hundida entre las
resacas del rock en español, diestra en evitar ser catalogada, capaz de
discursar con desasosiego sobre su condición de poeta, y no sólo eso, capaz de
martillar sobre la cabeza de su generación sin reclamo alguno y más bien
describiéndola con desenfado y astucia, con un sarcasmo que permite la
complicidad y el derrocamiento de esa imagen del poeta como vocero e imaginario
de un tiempo y más bien lo plantea como un ser en crisis que se ha dejado
arrastrar por los espejismos del tiempo o que se hunde en la alienación: “Acércate
pequeño marinero de la muchedumbre, cuéntame de tus naufragios en la baba y el
ron barato. Salpica todas las verdades y nos ataremos las manos con las flores
que producen los sordos y dentro de su
gris folclor.”.
En
este espacio le damos la bienvenida a la poesía de Armando Maldonado, la
primicia de su libro es una noticia feliz y desde luego suma a la buena poesía,
a otros hacedores que contra todo o contra la nada, dibujan ese mapa que será
de los pocos tesoros que se lleve la esperanza en su paso hacia la historia.
Qué bueno por Honduras, qué bueno por nuestra poesía.
Muestra
poética del libro “Un poema que hable del mar”
Portada de "Un poema que hable del mar"
CONFESIONES DE CUALQUIER LÁZARO
I
Cuando
cerré los ojos,
todas
las orugas y polillas
acudieron
a mi boca.
Era
un ciego tanteando el aire
en
un bosque joven de olivos.
II
Siempre
supe que la muerte de un dios
habita
en los huracanes y nada puede hacer un hombre
que
va solo con el pecho desnudo hacia la tempestad.
III
Nunca
fui el hombre viejo que quise,
bronceado
mis últimos días en Malibu
cantando
La Internacional a la hora de las noticias.
IV
La
muerte nunca fue un problema para mis labios,
pero
¿Qué pecado merece el castigo
de
dos agonías en un lecho febril?
V
La
tumba es la única patria donde los himnos y las banderas
son
las supersticiones de lo añejo
y
nadie enarbola la esperanza de los caídos.
VI
He
aquí mi mortaja para cubrir los mares
cuando
el Armagedón quiera envenenarlos.
VII
Cuando
la voz tronó al otro lado de la loza,
ya
había instalado mi lámpara y mi radio
para
escuchar el sorteo de la lotería.
PROFECÍA
Extiendo
mis manos y siento abejas en los dedos
que
zumban la profecía de los inviernos.
Sus
aguijones son el recuerdo de un jardín inmóvil
en
la memoria de los girasoles.
LA JIRAFA
La
tinta
de
Shen Du
se
secaba
en
el sueño
del
emperador.
La
jirafa
miraba
sobre
la
Ciudad Prohibida
y
su lengua muda
advertía
de
la guerra
y
la caída
mientras
el
emperador
se
dormía
en
la tinta
de
Shen Du.
ÚNICA POSESIÓN
A
todo hombre
le
llegará el día
en
que su única posesión
serán
las fechas.
Las
almacenará por las noches,
y
quedará viendo el tiempo
pasar
inerte detrás de una puerta.
DESCRIPCIÓN DEL ERRANTE
Escribir
sobre un zombi no es nada fácil.
No
es de como chupar ojos
o
como extraer un cerebro a mordidas.
No.
Fuera
muy fácil hablar de eso.
Un
zombi es un desolado, un caminante que come recuerdos
porque
los suyos los perdió en la carretera.
Los
zombis son angostos y con sonrisas invertidas;
les
gustan los girasoles
y
dormir de pie debajo de la sombra de los pájaros y su noche.
A
los zombis les gusta caminar en círculos
y
les da miedo las turbas que hierven de odio.
Los
zombis son como recién nacidos,
con
una lengua infinitamente muda
y
ojos sensibles al mundo real.
Nos
han dicho que al ver un zombi
no
pensemos en nada
para
que no olfatee nuestros recuerdos,
de
extender los brazos
y
hacer con los dientes
el
sonido de una campana en llamas.
Lo
que no nos dijeron de los zombis
es
que son sabios que olvidaron sus anotaciones;
que
caminan porque no se pueden enamorar,
que
huelen la tristeza
y
el único consuelo que tienen
es
el tronar de la mandíbulas.
Escribir
sobre un zombi no es fácil,
he
dicho.
Es
igual a que un zombi
describiese
los ángeles después de la muerte.
DIALÉCTICA DE LA SEDUCCIÓN
Ven
pequeño y señala con tu dedo a todos los que recitan los versos negros de la
Perestroika.
Marx
nunca fue tan ingenuo como en nuestros días.
Todo
importa alrededor de tus manos, el agua,
el fusil y la carne incendiada en los caseríos del sur; sólo pronuncia lo
innombrable y el fuego comerá los ojos de los herejes y todo rojo animal.
Ven
y siéntate en la silla de los evangelios, donde los hombres son fuertes y
tienen el perfil de las monedas romanas, súmate a la legión de los inmolados en
el sexo y en las gargantas de los
pent-house´s.
Acércate
pequeño marinero de la muchedumbre, cuéntame de tus naufragios en la baba y el
ron barato. Salpica todas las verdades y nos ataremos las manos con las flores
que producen los sordos y dentro de su
gris folclor.
Tu
nombre es nombre de profeta, tu mano empuña la verdad. Solo señala en el mapa
las montañas y la mano fría de Dios borrará hasta los cimientos de cada lengua
o cada árbol o cada piedra.
No
hay confesión en vano, igual como no hay guerra que se desdoble en el azul de
las canciones de cuna.
Ven
pequeño, no retrocedas, tus manos anfibias buscan un oro incendiario. Los
cofres resoban y bajo las sábanas algo se humedece.
Ven
pequeño, y te contaré la fábula de la Perestroika
ECLIPSE
De
pronto me doy cuenta que todo pájaro
tiene
el poder de dejarme ciego
cuando
vuela cerca del sol.
MAÑA POÉTICA
Un par de lenguas se
desangran en los pórticos
y las muchachas
desnudan a sus camaleones
antes de dormir.
La ciudad calla mientras
llueve.
La noche es un negro
útero que envuelve las avenidas.
Alguien escribe.
EVA BRAUND
Eva Braund bebe té inglés
mientras se firma la
ejecución de los judíos.
Eva Braund es una mujer
vestida,
metal y plumas de halcón.
Se sienta todas las
tardes
a ver la puesta de sol
y a sentir el aroma
que viaja como ruiseñores
desde los hornos de
Auschwitz.
Juega con las orquídeas:
Guten morgen
Seil heil
Eva Braund no tuvo hijos,
sólo noches de encierro y
bombas.
Eva Braund creyó morir de
amor
en un bunker de Berlín.
SELFIE
Siempre quise ser un
Aquiles que derribara ciudades con las miradas y hacer que las Helenas valieran
todos los muertos de sus Troyas. En cambio tengo todas mis cóleras en botellas
de vidrio y el esqueleto de un renacuajo doblado en mi billetera. Una canción
aniquilante me acompaña desde el día que fui dado a luz; reconozco los lugares
con la lengua como una bestia ciega, y cada noche es un oscuro dado que tiro
con las uñas sobre mi cama.
De pronto tengo insectos
en el pecho y mis ojos son de raíces de árboles frutales donde el agua desnuda
su rostro al probar astros y gusanos.
Soy y he sido de sonido.
Mis trastornos son de flores y leche oscura, mi cabeza es un nido de arañas de
luz que tejen mis recuerdos y son devorados por las moscas. De niño fui una
orquesta, la vida transcurría y mi abuela cantaba para alejar las voces de mi
cabeza. Ya no soy un niño pero las voces enraizaron y mi abuela no puede leer ya la partitura de
esas canciones porque un velo de agua violenta le ha enturbiado la realidad.
Podría contar toda mi
vida, contar por ejemplo que fumo demasiado y que nunca tuve una bicicleta, que
nunca cultive claveles y que del amor he aprendido muy poco, poquísimo.
Podría, pero es mejor
cambiar de espejo o de página, y leer un poema que hable del mar.
TEORÍA DEL CAOS
La T.V. nos cuenta la
ciudad
como un gorrión de madera
en un bosque en llamas.
Entonces atravesamos las
calles
con revólveres y navajas
imaginarias,
temblando de oídos
y diciendo rezos con un
sabor
a café añejo en los
labios.
Todo el que cruza a
nuestro lado
es un maniático que
abalanza nuestro espíritu
hacia un charco de
agujas.
Los villanos de todos los
cuentos,
son héroes mitológicos
que refrescan nuestras frentes
con el tierno furor de
las mentiras.
Hay una lágrima antigua
en cada ojo de la ciudad,
una flema insondable
en cada garganta
amanecida en el insomnio de las balaceras,
gritos amontonados al
alba
y pájaros que presagian
un día abominable.
Mientras tanto, en la
casa de algún poderoso,
los vitrales siguen
inmóviles, estupefactos.
Las trabajadoras
domésticas hacen el desayuno,
revuelven los huevos,
tuestan el pan,
ablandan la mermelada
y recogen el diario de
los jardines.
Todo para que en la mesa
sea perfecto,
como una canción de
verano en una isla.
Portada de "Así tu cuerpo" publicado en 2013
Armando Maldonado, Nació en Tegucigalpa en 1983; es poeta y gestor cultural. Fue fundador del grupo literario Máscara Suelta, miembro del Colectivo de Poetas PaíspoEsible y del Taller de Poesía “Edilberto Cardona Bulnes”; ha publicado “Así tu cuerpo” en 2013 y “Un poema que hable del mar” en 2016, ambas muestras de poesía fueron editadas por Editorial La Chifurnia de El Salvador. En 2013 recibió una Mención Honorífica en el Premio Bienal de Poesía “Rubén Darío” otorgado por el PARLACEN.