Cristian Gavarrete, indagar la apariencia es tarea del arte.

Debía ser de este modo: Cristian Gavarrete, uno de los artistas jóvenes más consistentes, elogiados y prometedores de su generación, realizará su primera exposición individual en el contexto del Festival Internacional de Poesía Los Confines a desarrollarse del 27 al 29 de julio de 2017 en Gracias, Lempira, un evento donde poetas, artistas e intelectuales de quince países se reúnen a fundar un auténtico y participativo espacio cultural en la ciudad de Gracias que evolucione a un proceso que supere esa idea vaga de “evento cultural”.

Su muestra “Posdata” es una colección de 24 cuadros de pintura que escudriñan los instantes cotidianos de los seres enclaustrados entre el paisaje y el olvido de la tierra lenca, exactamente donde arrasa la espera para profundizar en la historia que no se ve, en el nudo de su realidad, y desde luego, quizá lo más importante, en reconocer su lugar entre el devenir de la historia y sus circunstancias.

De entrada podemos observar en cada cuadro la impecable vocación técnica de Gavarrete, sin embargo tal capacidad no es la demostración de su habilidad, pues no estamos ante un artista seducido por la pirotecnia, esto se entiende al analizar el ejercicio figurativo que no es la sola representación o la reproducción mimética de unos seres; porque no estamos ante personajes sino ante seres (¿O sus ecos, sus fragmentos, sus fantasmas evocados por la vocación artística y humana de un cronista de sus despojos), cada cuadro desborda la mutilación de las primeras capas del dibujo o de la pincelada fina con brochazos que aciertan a reforzar cierto sentido de violencia en el texto pictórico, ejercicio del que sale bien librado Gavarrete por el uso del color, pues no se trata de gritar la pintura, sino de engullir al espectador en el silencio, entrar en la subjetividad de un mundo que es posible en cuánto existe en la pintura, es cierto, pero también en una verdad: no son seres de la ficción o de la imaginación, cada cuadro de Gavarrete responde a una persona real y su relación supera la idea de modelo, fotografía, postal turística o ilustración antropológica, es una relación cuya luminosidad es dolorosa porque permite el descubrimiento de la reflexión, el juego, la ternura o la espera ¿Pero que esperan los seres de la pintura de Gavarrete? ¿Seres o personas reales? ¿Son los que devora la marginalidad de la historia o nos cuentan a través de su historia la Historia de una tierra, un país, un tiempo? ¿Son campesinos de origen lenca, parientes cercanos, niños o madres anónimas a quienes el artista quiso arrancar de su espera para que trascendieran o se salvarán de la típica postal turística, la foto estúpida del populismo barato y costumbrista o que terminaran como baratijas del folclor?

Es cierto, la tierra que arde en estos cuadros es Lempira, pero la mirada es universal. La posdata es un comentario importante dejado al final de una carta pero delata un olvido de quien escribe; en la pintura de Gavarrete, la posdata es también ese olvido a un lado de las cosas importantes de nuestro tiempo, pero se trata de un olvido que es esencial, que prefigura la necesidad de la reflexión sobre la cultura lenca, descalifica las miradas superficiales, cuestiona esa pintura majadera de suvenir, adiestrada por el turismo o por la ignorancia del Estado. En “Posdata” de Gavarrete encontramos la necesidad de ver de otro modo a los humanos que se borran en los comentarios marginales de la Historia y de permitir también que ellos nos miren y nos descubran, anclen en el mar de nuestra imposibilidad un instante que bien puede llevarnos a la memoria y a reconocer la mutilación, la negación que levanta nuestras vidas fragmentarias como hondureños que luchamos por validarnos en el presente sin ni siquiera valorar la audacia de un pasado que está ahí no para ser visto con nostalgia sino con furia y con la energía propia de su validez y vitalidad. Esa es la pintura de Gavarrete y repito lo que he dicho algunas veces: el arte comienza cuando el artista va más allá de su habilidad y en esta pintura existe mucho de eso, deja de ser representación para volverse texto, escarba a fondo la hondura del mundo lenca.


El 27 de julio al atardecer, en la Fortaleza San Cristóbal se inaugura “Posdata”, un artista de Lempira da la bienvenida a un festival, es un camino que comienza para Gavarrete y para los poetas del mundo en una tierra donde llama la tradición y se cruza la hermosura y la terrible circunstancia de miles de niñas, niños, jóvenes y adultos empobrecidos, esas son las gentes que esperan en los cuadros de Gavarrete, están ahí para asomarse a nuestros ojos y saber si ha quedado algo de humanidad en ellos, si es así, su espera y su dolor ha valido la pena. El arte ha dado la cara. Cristian Gavarrete ha cumplido con ir más allá de la estampa, no ha pintado una exposición, ha discursado sobre la tierra adentro, su tierra y por eso es el artista joven más representativo de Lempira, por no decir el único, que sin duda se suma a Cesar Rendón, Mito Galeano y Byron Mejía, eso causa certeza, porque el testimonio de un artista sobre su tierra es la prueba más verosímil de su situación; lo demás es baratija para el mercantilismo de las bestias.

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