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Juan Carlos Abril, "esperar es un camino"


Una poesía inmersa en la reflexión, una poesía cuya intensa transparencia aspira develar los símbolos dispuestos entre los días, entre los objetos, los lugares, dejados en la luz o en las sombras de eso que creemos es nuestro camino “…dejar/ sólo los hechos con los sentimientos / que arrastran.”, a veces discursa desde un tono personalísimo, desde la trinchera más íntima del poeta para ofrecer un testimonio de las experiencias esenciales que un ser humano determina como suyas.

Juan Carlos Abril, poeta español, nos estrega en la antología “Esperar es un camino” un recorrido por su poesía, escrita entre 1997 y 2016; el libro fue publicado por la Fundación Casa de Poesía, en el contexto del Festival Internacional de Poesía de Costa Rica al que el poeta fue invitado; los editores de la obra son Norberto Salinas y el poeta hondureño Dennis Ávila.

Este es un libro esencial para conocer la obra de Abril desde “Un intruso nos somete” (Premio García Lorca 1997) hasta la producción inédita y en evolución del poeta; se incluyen cuarenta y nueve poemas, en los que se percibe una voz que cada vez se dispersa y se ramifica tal como la vida lo exige y como la poesía lo evoca; fluye en esta poesía cierto sentido épico de las cosas, el poema se eleva desde la cotidianeidad misma hasta signar o dar evidencia reflexiva del tiempo y sus criaturas, siempre otros, siempre ardiendo en el devenir, edificándose entre las cenizas o entre las ruinas que auguran en las paradojas.

Un poeta diestro en el poema breve, comedido y puntual, sus imágenes a veces alcanzan a rozar los hilos breves del hermetismo pero no cae en él sino más bien abre las infinitas puertas para asomarse a la realidad o a los presagios que nos ofrece cada momento vivido o soñado; y esto es así por ese tono reflexivo de su poesía que desde un presente personal intenta crear el lenguaje del pasado o de la pérdida para que hablen por si mismos los despojos de lo que creemos es la memoria.

Juan Carlos Abril ha recibido elogios de la crítica en España y en América al ser considerado un poeta valioso, cuya voz y estilo configuran la polifonía de la buena poesía española. Manuel Urbano acuña que en su poesía está presente la "intención de superación y de renovación del lenguaje, del talante y de la temática de la poesía" y lo considera como "uno de los poetas de voz más nítida". Abril es demás un valioso traductor de la obra de Pasolini, Marinetti y Michaux; sus poemas y escritos aparecen en importantes antologías y en docenas de revistas de España y América.

El poeta Juan Carlos abril está en Honduras, ha sido recibido en la ciudad de Gracias Lempira, invitado por la Editorial Efímera, Hotel Real Camino Lenca y Plan International Honduras donde ofreció una lectura de poesía en la casona del artista Mito Galeano y realizó un conversatorio con este su servidor Salvador Madrid y el poeta Néstor Ulloa, además de la compañía del músico Francisco Rovelo quién ejecutó una intervención acústica de guitarra. Abril también realizará una lectura el miércoles 21 de diciembre en el Café Paradiso de Tegucigalpa.


Dejamos para los lectores una muestra de este poeta que nos visita, que merece ser leído y escuchado por la calidad de su obra y porque acerca su amistad a los creadores hondureños. Que su voz sea nuestra voz y nuestra voz sea su voz y su equipaje. 


POEMAS DE JUAN CARLOS ABRIL

EL CLAVO

Todo lo revivido se estremece.

Repites las historias muy despacio
con los nombres del mundo interpretado
pues lo bello, al final, resulta triste.

Las huidas sin carrera son la imagen
grotesca de los sueños, el agua que se escapa
entre las manos y, por eso, prefieres
cambiar aquellos nombres y lugares, dejar
solo los hechos con los sentimientos
que arrastran.
                       Puede ser una señal
y casi te deslumbra.

En el dolor, no obstante,
el abrazo es más rápido que un cepo.

Ser uno mismo, sí, pero antes ser de otros


TIEMPO

Fíjate en el injerto de la vida
pues dentro de unos años, este olivo
débil se encumbrará vigoroso, alto
y dará buena sombra.

Al calor de la siesta en los veranos
regábamos los árboles con agua
limpia y fresca del pozo.

Luego mueren los padres
y quedan en los campos signos suyos
como restos después de una batalla
que la evidencia nos devuelve
por todo lo que hubo.

El riesgo,
               más acecha y amenaza
cuanto más quieres mantenerte a salvo.


LA VIGILANCIA

Es fría y azul la noche.

Desconoce su causa
pero se entrega al dar su aroma dulce.
Después, arrebatada y retenida,
es más noche de pronto
cuanto más entretiene
el brillo de sus filos.

Ella cierra el presente.

Estimula su engaño
y se alumbra detrás de cada objeto
igual que si al principio
aquello que creías delicado
fuera una red de espino
y terminara inverso.
                                     Inventarás
nuevas razones, puede que otra historia.

Ancha tierra de nadie, todo huye,
todo se escapa en esta noche sola


TRAICIÓN

Este mundo de enfrente se encarama
donde puede y es tuyo sin saberlo,
a tu vida traiciona sin buscarlo
y no tienes la culpa.
                                  En el pasado
fuiste feliz con la tranquilidad
de aquellos sueños, todas las promesas:
habitaba en tu mente un bosque inmenso
y siempre te asombrabas
con el murmullo de las caracolas.
Te sentías seguro en sus manos, protegido
por la mirada noble y bondadosa del padre.
Detrás de su existencia solo había
una debilidad única: tú.
                                         Nunca
más brillarán los ojos como entonces,
víctima de una infancia
demasiado perfecta.


EL DIABLO EN EL OJO

Algo debe romperse: la obsesión
de la tela de araña
en el rincón oscuro
o los ojos saciados que se abrieron
al combate y así crecen
a su asombro, al vacío
de un contorno maléfico.
                                            Una vez
hubo una casa igual que hubo una imagen
y un rostro para verla.

Entro. La luz del mundo a tientas se abre
y queda una renuncia,
una inmóvil razón que no se apiada
de aquello que descubre y reconoce.

Y soy yo, oculto tras la niebla,
quien se delata ahora
con la dicha y los nombres como un ascua
entre los restos de ceniza.

¿Eres tú acaso, tú, lo que esperaba?

Pensé que era la luz de mi pasado
y solo fue un destello de mí mismo.



ESPACIO

Llegas de cualquier sitio
y, elegido al azar,
sin mapas, sin señales,
el otro lado esconde la sorpresa
feliz y azul.
Entonces permanece la ruptura
intacta. Entonces fuera o dentro impide
su difusión.
El viaje trae un orden en cadena,
un movimiento ansioso que repite
su dispersa memoria:
ya nadie nos indica que el error
desconocido o su secreto
sirva robado y oprimido,
tiempo arenoso que se va.

Todo va a ser abandonado.


PETICIÓN

Ya solo te conformas
con el lado más triste del placer
o con su aspecto torpe de cansancio
y de dominio.
                      Pediría
más si cabe, sin duda alguna más
sobre aquello que no arde,
si recuerdas la luz que disimula
ofendida en su brillo ensangrentado
un nombre cierto y sucio
igual que el nuestro.

El final invisible que buscamos
y el error, permanecen todavía
allí, ilocalizables,
como si decidiese
un demonio expulsado en el deseo
de tantas ilusiones,
acabar con el mundo de los hombres,
y vejara a sus propios huecos ángeles,
y los asesinara en este otoño.

Nunca ha sido un error la juventud.

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