Todo comienza cuando cruzamos el
punto fronterizo de Las Manos y entramos a Nicaragua: una carretera de asfalto,
en magnifico estado. En las próximas cinco horas de recorrido no hay ni un
bache. Aunque quiero acelerar un poco, no puedo, hay línea continua color
amarillo todo el tiempo. En dos ocasiones los retenes de tránsito nos detienen
para darnos recomendaciones: “Llevan prisa, muchachos, no rebasen aunque tengan
visibilidad, aquí eso es falta. Me saludan a Granada, muchachos”.
Antes, en Honduras, nos habían
detenido tres retenes, no de policías, sino de “militares” encapuchados con el
dedo en el gatillo miraban con desconfianza a mi hijo de nueve meses, seguro
sospechaban que era un terrorista que quiere desbarrancar el proyecto
continuista del que está ahorita y quizá después, y de los que sufren por no
estar ahí (entiéndase momios vrs ñangaras o Derecha Penca vrs Izquierda Muerta).
No llevo una camiseta de FUERA JOH, ni una calcomanía, una llanta vieja para la
quema o un panfleto, sólo soy ese poeta que se hace viejo entre las montañas de
Lempira. Pero aquí todos somos sospechosos. Por eso el encapuchado me pregunta me pregunta ¿Por
qué llevo tanto libro? (Creerá que es
para alimentar la pira de alguna manifestación).
Vamos rumbo a Granada al homenaje
que le hace Nicaragua al gran poeta contemporáneo de Honduras, Roberto Sosa (En Honduras no se le ha realizado ningún
homenaje oficial, ni se le ha brindado algún apoyo a la familia del poeta para
que su obra perdure como una joya de la cultura universal, a cambio de eso, la
familia Sosa ha recibido continuas amenazas a muerte y hostigamiento) Roberto
Sosa uno de los poetas más universales que ha parido la tierra centroamericana,
el que no sólo estremeció los viejos preceptos estéticos, sino que sembró las
semillas para la nueva poesía contemporánea de Honduras y nos mostró a todos
que la poesía es el país y la vida, que la poesía no puede sentarse a la mesa
de las bestias y de los opresores, sino a la de los humillados que aún en su
más ingrata marginación continúan soñando con la luz del futuro, con una patria
más equitativa y menos manipulada por quienes se creen dueños de nuestra vida.
El poeta Carlos Ordóñez
Ya en Granada, nos hospedan, nos
dan libros, agenda y empezamos una fiesta que ha convocado al mundo: poetas,
escritores, artistas visuales, teatreros, editores, empresas editoriales,
traductores, gestores y empresarios del sector de la cultura, especialistas en
danza y folclor, documentalistas y periodistas culturales, diplomáticos de más de
cien países llegan a saludar a sus poetas paisanos que los representarán en el
festival, les ofrecen apoyo de la representación oficial de sus Estados durante
el Festival Internacional de Poesía de Granada. (Menos
de Honduras ¿y para qué verdad? Además ¿Por qué Diana Valladares recibiría a
unos poetas hondureños? o peor aún ¿Por qué Diana Valladares, la Embajadora de
Honduras en Nicaragua asistiría al homenaje más grande que le hacen a un
escritor hondureño ante la comunidad literaria internacional? ¿Por qué? Si eso
es poca cosa?).
El poeta Felipe Rodríguez
Participamos en el Festival
Internacional de Poesía de Granada Nicaragua por Honduras el doctor por la
Universidad de Salamanca y poeta Carlos Ordóñez, el doctor por la Universidad
de Salamanca y poeta Néstor Ulloa, el poeta y gestor cultural Dennis Ávila,
hondureño que reside en Costa Rica y es uno de nuestros orgullos más amados;
además de Martín Cálix, que tiene en su haber uno de los premios más
importantes de nuestra lengua y es después de Roberto Sosa y Leonel Alvarado,
el poeta que mayor mérito en premiación le ha traído a Honduras y nos acompaña
Rolando Kattan, poeta y gestor cultural hondureño. El domingo 11 de febrero al
atardecer, me correspondió abrir el festival con el conversatorio “Retos para la integración cultural
centroamericana”, una magnifica mesa integrada por la poeta y académica Julieta
Dobles de Costa Rica, Hernando Franco de Panamá, Mario Noel Rodríguez de El
Salvador y Alejandro Bravo del PARLACEN. Entre los temas de relevancia se puede
mencionar la necesidad de conocer la dinámica institucional centroamericana a
pesar de la fragilidad democrática de la región; la necesidad de la formación profesional
en gestión cultural; la exploración de alianzas con el sector privado; los
vínculos con las estrategias nacionales y regionales de turismo; el uso de las
nuevas tecnologías; el fortalecimiento e intercambio de los gestores culturales,
editores y las relaciones entre festivales de literatura de Centroamérica.
El poeta Dennis Ávila
Por la noche se hizo un homenaje
a la poesía centroamericana. Sin duda alguna uno puede sentir ese orgullo cuando
escuchamos a nuestros poetas hondureños, Carlos Ordóñez y Néstor Ulloa. Leyeron
lo que yo considero dos piezas poéticas trascendentales de la nueva poesía hondureña,
poemas que de entrada nos advierten que estamos ante claridad de oficio,
auténticos y esenciales que hacen eco y memoria de un país y un tiempo guardado
en la poderosa individualidad de los poetas verdaderos.
Y así se abre el Festival a la
noche de la poesía, a los días, la semana comienza a mostrarnos las sorpresas,
a reconocer a los grandes poetas que la engalanan y a otros que nada más buscan
la lentejuela, el reconocimiento o llevarse algún crédito inmerecido. Pero de
todo hay en la viña del Señor; lo importante es el objetivo del festival,
hacernos ver la luz, darnos esperanza, unir a Centroamérica, crear un espacio
de paz y sobre todo recorrer a paso lento y feliz ese poema que se titula
Granada. La participación de Martín Cálix en una lectura de poetas
latinoamericanos nos ha puesto de nuevo en el mapa, su poema evocativo con los
grandes trazos de la prosa poética nos advierten de nuevo de ese país del que
venimos, la trama de la ternura como único escudo ante el temor de los días
oscuros.
Pero lo que ha sido quizá la
experiencia más memorable, sucedió el miércoles 14 de febrero a las diez de la
mañana en la Sala Rubén Darío del Convento San Francisco, cuando desarrollamos
la mesa redonda sobre “Vida y obra del poeta Roberto Sosa” que sin duda no sólo
recibió los más altos elogios, si no que a nosotros mismos nos ha rebasado la
emoción y hemos tenido que guardar ese equilibrio entre la formación
intelectual, nuestro conocimiento de la obra de Sosa, el tremendo ejercicio de
hablar sobre los instantes que compartimos con el poeta y sobre todo hablar de
un país con profundo amor, pero siendo severos y observadores, apelando no sólo
al derecho de la libertad de expresión que se le debe garantizar a los poetas,
sino a criticar, denunciar rigurosamente y con todo el amor la compleja
situación de Honduras. Porque la poesía de Roberto Sosa es el país; delata esa
crisis continua del ser hondureño; se impone sobre los eufemismos; desata la
más filosa esperanza, porque no hay pesimismo en Sosa, no hay desesperanza,
todo lo contrario hay una insistencia critica, una advertencia constante, una
sentencia perpetua y sobre todo una condena sin tapujos a todo aquello que
opaque o sea obstáculo en el camino que el hombre eligió para conquistar la
felicidad. En esta mesa redonda, Dennis Ávila hizo una reseña desde la ternura,
su relación de amistad con Roberto Sosa, las conversaciones en su biblioteca y
las visitas constantes que le hacía a casa del poeta. Néstor Sosa, hijo de
Roberto Sosa, leyó un magistral texto cuya afectividad y claridad política es
luminosa y define un panorama sobre el ser del poeta. Carlos Ordóñez, quien
quizá es el poeta de nuestra generación que convivió de cerca con Roberto Sosa,
además de escribir sobre él y realizar un documental del poeta, puntualizó
sobre la necesidad de releer su obra, de asistir a su profunda renovación
estética y sobre todo a observar en ella su mayor legado: la justicia. Rolando
Kattan leyó los poemas de Roberto Sosa e insistió en ese retrato de un circo
social maniobrado por la maldad. Esta mesa redonda sobre la vida y obra de
Sosa, merece un análisis más detallado que abordo en mi artículo “Los que juega
a ser poetas” que publicaré muy pronto. Lo importante es resaltar que quienes
participamos y el público nos hemos compenetrado y conmovido al traer esos
parajes de la vida de Sosa y sobre todo al leer de nuevo su poesía. Por cierto
los organizadores del festival editaron una muestra de la poesía de Roberto
Sosa bajo el título de “Antología Esencial” que reúne poemas que fueron
seleccionados por el propio Roberto Sosa antes de su muerte.
El poeta Néstor Ulloa
Granada, es un espacio para los
poetas y las expresiones del mundo a través de su festival. 130 poetas de los
cinco continentes asistieron, entre ellos los Premio Pulitzer, Tyehimba Jess (2016)
y Robert Hass (2008). Granada homenajeó esta vez al poeta nicaragüense Fernando
Silva (1927-2016) y dignificó a Honduras al honrar la memoria literaria del
poeta hondureño Roberto Sosa (1930-2011), ojalá que este esfuerzo lo asuma
también el Gobierno de Honduras y la Dirección de Cultura de Honduras para que
la obra de Roberto Sosa no se extravié, además de apoyar a la Fundación Roberto
Sosa que es sostenida gracias a la entrega voluntaria de su familia que pasan
grandes dificultades para mantener este legado.
Para cerrar con broche de oro el
Festival Internacional de Poesía de Granada,
destacamos que el poeta hondureño y estudiante de la UNAH Felipe
Rodríguez Medina, ganó el Concurso Centroamericano para Creadores Jóvenes
Joaquín Pasos, auspiciado por el Hotel Darío, con su libro “Las cenizas de
Babel” con un lujoso jurado: la guatemalteca Ana María Rodas, el costarricense
Oswaldo Sauma y el nicaragüense Anastasio Lovo. No se diga más, pero a pesar de
la oscuridad de este tiempo y de su crisis política, su violencia y su
tristeza, también pasan cosas buenas, los escritores y poetas hondureños, en
sus diferentes espacios, no sólo son referencia de crítica constante, son
hacedores, dignifican el país a pesar de sus necesidades y de la negación del
Estado hondureño.
El poeta Martín Cálix
Me quedo con las palabras de
Francisco de Asís Fernández “Roberto Sosa, es y será muy querido en Nicaragua.
Roberto Sosa es una referencia de la poesía de Centroamérica. Yo lo apreciaba y
siento mucho su ausencia; pero lo poetas no mueren, hoy tenemos su obra y en
este festival nos hemos esforzado para que se lea y se promocione. Dile a quien
quiera escuchar que en Granada la poesía hondureña tiene su hogar”, esto fue en
la Casa de los Tres Mundos; vi con cariño a Francisco de Asís Fernández y lo
abrace al despedirme, lo hice igual con Gloria Gabuardi. Era tiempo de regresar.
Desde Gracias, ciudad de Los
Confines hago memoria. Agradezco y reafirmo el compromiso con la familia de
Roberto Sosa para conservar su obra y con aquellas tareas que el país exige de
nosotros como escritores y gestores culturales. El Festival Internacional de
Poesía de Granada, le ha dado un nuevo lugar a la obra de Roberto Sosa. Gracias
Nicaragua por adelantarse a hacer aquellas cosas que el gobierno de Honduras
debería estar haciendo. Lo digo sin reproche y sin tono de reclamo ciudadano;
lo digo con la más clara gratitud.
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