Estos poemas cruzan varios años de mi vida. Cada uno posee la marca de su tiempo; pero no hay un hilo conductor entre ellos, y si existiera, allá donde el reflejo se pierde y el lenguaje es apenas límite entre la incomprensión y la realidad, yo diría, que es la fragmentación de los instantes que aspiran a descifrar y su salto mortal a los abismos de la memoria y sus laberintos, ahí, donde todo puede evocarse, pero no todo puede ser poseído. Algunos de estos poemas pertenecieron a proyectos de libros inacabados; otros, a la necesidad de diálogo con unos días que tienen una marca inconfundible para mí: el testimonio de mi condición de poeta en un país donde el poder y sus máscaras borran la sensibilidad crítica con el marginamiento o la persecución y quieren convertir el arte en política institucional, decoración o aliciente de una falsa cultura de participación democrática, y donde, toda expresión auténtica es considerada antítesis del orden; postulando así un arte de moda,...