Estos poemas cruzan varios años de mi vida. Cada uno posee la
marca de su tiempo; pero no hay un hilo conductor entre ellos, y si existiera,
allá donde el reflejo se pierde y el lenguaje es apenas límite entre la
incomprensión y la realidad, yo diría, que es la fragmentación de los instantes
que aspiran a descifrar y su salto mortal a los abismos de la memoria y sus
laberintos, ahí, donde todo puede evocarse, pero no todo puede ser poseído.
Algunos de estos poemas pertenecieron a proyectos de libros
inacabados; otros, a la necesidad de diálogo con unos días que tienen una marca
inconfundible para mí: el testimonio de mi condición de poeta en un país donde
el poder y sus máscaras borran la sensibilidad crítica con el marginamiento o
la persecución y quieren convertir el arte en política institucional,
decoración o aliciente de una falsa cultura de participación democrática, y
donde, toda expresión auténtica es considerada antítesis del orden; postulando
así un arte de moda, de la pose dantesca del alienado que a su desgracia quiere
impostar el signo de la rebeldía artificial.
Este es un libro fragmentario; muchos de sus poemas ya han
sido publicados, leídos o simplemente murmurados, y si tienen un valor, es
quizá que me acompañaron y me acompañan en este tiempo de dudas e incertidumbre
en mi país. Su sola presencia entre mis papeles me sostuvo en píe, así que lo
poco que puedo hacer por estos poemas es rescatarlos para que prueben suerte
ante el mejor lector: el tiempo, y lo más importante, ante el olvido.
BAJO EL CIELO
Antes, la poesía sintió mis heridas;
escríbase que me dolerá dos veces la muerte.
Las palabras del poema me fueron heredadas
por quienes dijeron adiós
y sabían al hollín de las promesas en los malos tiempos.
Las palabras del poema ya no son mías
aunque mi herida aún ilumine el vacío
que me causó la muerte al arrebatárselas.
Quisieron opacarlas
pero ya son de otros que tienen por oficio creer
y el hombre después de creer, lucha;
así que la justicia poética
ha cumplido al llamado de la humillación.
Entre estas palabras hay una verdad,
una orilla para edificar un paisaje a quienes huyen,
un traje de polen para endulzar el azogue de esta luz
demasiado hermosa para la ceguera.
DIALÉCTICA
Está el hombre joven
frente al hombre viejo de mi tierra,
y el hombre joven sabe que la única ventana
a la que puede asomarse en su vida
es el agujero en el pecho del hombre viejo.
Y porque así es el tiempo
hoy soy de los hombres jóvenes de esta tierra,
pero sólo siento un sabor a ranciedad
en estos años nuevos;
nada más oigo entre el vértigo
la deriva que cae por una escalera infinita
y arrastra en sus giros lo poco de alma
que le queda a esas cosas que nos pertenecen
No ha sido fácil recorrer este camino
por donde nos señalaron que se llega al amor.
No ha sido fácil decidirse a perderlo todo
para ganar un poco.
Y está el hombre joven frente al hombre viejo
y puede que alguien se acerque
a decirnos que debemos ser así,
mansos, de modales dulces
y que el hombre viejo es un ejemplo de vida.
No es necedad, ni asunto de conciencia,
pero poco vale este agujero
por donde quieren que vea la vida
y poco vale la vida
si un hombre necesita un agujero para verla.
CÁBALA
Con palabras está forjada la gloria,
el amor con vestigios.
Mirador o abismo,
pero tentado el hombre asciende.
¿Qué barro lavarse en la altura,
en la voraz transparencia que induce al impulso?
No todo es signo, pero todo puede escudriñarse
como la silueta del monte contra la estrella,
como el rocío sobre un pecho vaciado.
La gloria ocupa palabras, el amor, una herida.
Secreta hay una espada,
manchada de sangre su herrumbre;
si fue honda la herida
y aún así pidió en la agonía mirar unos ojos,
la gloria tendrá su leyenda,
el amor, su indescifrable caída.
SIN QUEMAR LAS NAVES
Pensar en la tosca virginidad de una tierra
junto a los cerezos salvajes
y a las uvas derribadas por su abundancia
y su inútil delicia.
Aunque a sus costas llegamos en el alba,
no es el país de la infancia, ni de los sueños,
es el lugar de una oculta expulsión.
Existe ahí el deleite de la somnolencia,
el árbol, su fruto
y la bestia.
No es una tierra ideal
sólo un lugar que aún aspira ser poseído,
con su dureza, su musgo y su ladera.
Insistimos en creer
que la perfección es intocable
y que para nosotros
lo imperfecto es el único destino.
EL FIEL EXTRAÑO
Un sonido se ha desprendido
para vivir en la caída,
ese lugar del poema y su ceniza donde se reveló
que a nadie más pertenece este dolor,
que no es otro hombre,
nos pertenece su cráneo y su libreta,
sus aullidos ante la bastedad que presiente.
Es nuestra su extrañeza,
su hora,
sus flores amarillas,
sus palabras.
DERIVA
Una puerta abierta incendia la noche.
El silencio frota en el agua
el reposo de unos ojos cerrados.
De un lugar hablo.
De una tierra.
Hay un ruido hosco que escarba en lo intocable.
Y no hablo de esa tierra como si fuera Ítaca.
Hay una colina y un mar
que nada más se imagina entre el polvo,
mientras el viento agita mi vacío y sigue su rumbo.
Es el olvido
–murmura mi olvido–
el habitante primero
que los antropólogos no clasificaron
y que fue alimentado con vegetales,
con juegos,
con burdos modales
hasta acostumbrarlo como un hombre
cuya alucinación obliga
a abrir la puerta cada noche.
MIENTRAS LA SOMBRA
Escucha la vasta caída del resplandor entre los riscos; los viejos
arcos, las flechas que indagan las heridas sin ceder aún a la negrura de las
palabras últimas entre los fuegos condenados a la ceniza.
Escucha. Escucha. Es la canción de los despojos.
Ley alguna no se ha cumplido en este sitio. No hay parentesco
entre la vida y la justicia, sólo el pecho del hombre iluminando la ceniza.
Y esos ruidos que jubilosos se levantan, esas loas durarán menos
que las argollas de bronce en los mausoleos de la historia.
Toma el instante por tesoro y ve el relámpago; abandona las
sagradas ofrendas; no tomes fama, ni gloria alguna manche tu mano, sólo tu
fuerza, la que aquí te trajo, la que hoy te impulsa. Ninguna promesa se parece
a la esperanza.
Escucha y mira. Y no temas. Ni lástima guardes de este lugar.
Abre los ojos. Si estás de píe, en las colinas o en las hondonadas, es que eres
el vencedor.
Escucha guerrero, de nuevo te llaman en la nada imposible, el
trofeo es el vacío de la razón, el resto, tu pecho, otra vez solitario.
Con Helen Umaña y Janet Gold en el FIPLC 2018 desarrollado en Gracias, Lempira
SALVADOR MADRID
Honduras, 1978, poeta, especialista en literatura, fomento de
la lectura infantil, investigador, crítico de arte y gestor cultural. Ha
publicado “Visión de las cenizas” (2004) la antología de poetas hondureños “La
hora siguiente” (2005), “Mientras la sombra” (2015) y “Crónica de los despojos”
(2017). Es fundador de
PaíspoEsible, editor del proyecto de
masificación de la lectura “Leer es fiesta” y Director del Festival
Internacional de Poesía Los Confines que se desarrolla en la ciudad de Gracias,
Honduras. Colabora con diarios y
revistas que se especializan en cultura. Ha realizado lecturas, conferencias,
conversatorios y talleres de arte en varios países. Actualmente es coordinador
del Proyecto “Leemos aprendemos y creamos para ser felices” de Plan
International Honduras considerado el mejor proyecto de bibliotecas de
Honduras. Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, neerlandés y
portugués. Ha recibido múltiples premios y reconocimientos por su obra poética
y su trabajo de gestor cultural a nivel nacional e internacional. Ha sido
invitado a festivales y encuentros de poetas en América Latina, Canadá y
Europa.
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