Nunca comprendí esa camisa de fuerza impuesta por el sistema educativo a la lectura. Ni esos sermones sentenciosos hacia los niños y las niñas, de gente que no lee, y lo más horrible, de gente “experta en lectoescritura”, que nada más se acorazan en tecnicismos y datos inútiles. Cuando pensamos en la situación de la educación básica en el departamento de Lempira, las estadísticas no son muy alentadoras: bajo rendimiento académico, falta de recursos educativos, escases de docentes, hacinamiento, deserción o infraestructura en mal estado. A la hermosura de los paisajes de Lempira y sus legendarios relatos se antepone la desigualdad. Tierra de miseria y belleza, agraciada y bárbara. Uno sólo puede amarla con un dolor profundo. Es ahí, adentro de la necesidad, donde ha nacido uno de los mejores espacios de creación infantil de América Latina. Por método debo denominarlo “proyecto de bibliotecas”, pero al ver los resultados de estos años, esa denominación queda rebasada y podemos hablar...