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El cine infantil en Honduras

Es maravilloso que los cineastas se ocupen de contar historias infantiles desde cualquier perspectiva que implique entretener, formar, criticar, hacer memoria, elevar la imaginación, crear conciencia sobre realidades negativas o positivas; realmente es maravilloso, pero hay algo más sorprendente aún: que las niñas y los niños cuenten sus propias historias a través del cine, que escriban sus guiones, definan locaciones, escojan actrices o actores, filmen y armen sus cortometrajes; también es admirable les llame la atención el género documental y hagan sus investigaciones de campo sobre temas de su interés y que desde su perspectiva ofrezcan testimonios que nos lleven a comprender mejor su mundo.

Cuando escribo esto, pienso en los pequeños y pequeñas cineastas de Honduras, los que están allá, lejos, en las tierras de Lempira y que han surgido gracias a Plan International Honduras y su proyecto de bibliotecas creativas donde se leen miles de libros y se juega a hacer arte todos los días.
El aprendizaje de las niñas y niños cineastas ha sido un proceso cuya maravilla pedagógica implica reconocer la imaginación infantil total que muchas veces se mutila en el sistema educativo, pero también en los beneficios de la tecnología usada de manera positiva y como recurso en los centros educativos; Edgardo Cruz, Gerente de Plan International Honduras en Lempira, comentaba en un conversatorio que “las sorpresas están ahí donde se trabaja con la niñez y si la niñez tiene un acceso básico a la tecnología, pueden transformar su forma de aprender por cuenta propia” y es verdad, la experiencia de formación en cine en Lempira es transformadora para todas las personas que participan en ella; en primer lugar se trabajó con elementos básicos: dos cámaras de aficionados para práctica, una cámara profesional, un micrófono ambiental y un programa de edición; hoy que la experiencia es exitosa, se plantea la producción de nuevos cortometrajes y se ha adquirido un pequeño equipo profesional.
Las niñas y niños han encontrado una forma de expresarse y de divertirse; lo interesante es cómo resuelven los retos para contar una historia, su capacidad de trabajar en equipo y definir lo que van a contar; comprender la importancia de la historia elegida por sobre las otras, luego escribir la historia en forma de cuento y transformarla en guion; si  bien es cierto, es tarea del guionista, siempre es revisada por el equipo de trabajo. Al analizar sus producciones cinematográficas podemos profundizar no sólo en “su manera de contar” (que ya es hermosa y merece todos los elogios), sino cómo ellos leen su mundo, cuáles son sus miradas, comprender su cine más allá de esa noción esteticista, sino también política; dimensionar el valor de su expresión porque es una manera de opinar, de recordar su derecho y transgredir una educación tradicional donde únicamente han sido considerados como receptores de las ideas de los adultos; es ahí donde se da el quiebre y cambia la forma de aprender; por eso la mayoría de escritores, artistas, periodistas serios, especialistas en lectura y escritura o arte infantil, opinan que el proyecto de bibliotecas de Plan International Honduras en Lempira debe visibilizarse más y ser considerada referencia de la educación centroamericana, pues hizo lo que durante décadas no ha logrado el sistema educativo: crear una generación de niñas y niños lectores y artistas cuya autonomía para aprender y enseñar se basa en su imaginación y en su libertad.

Las niñas y niños cineastas de este proyecto no están interesados en nuestros conceptos, sino en sus propios descubrimientos; Oneyda, una niña de San Antonio, San Rafael, Lempira, lo dice mejor que yo: “para mí el cine es poder porque puedo contar la verdad de mi comunidad y de mi vida y puedo enviar un mensaje que le puede interesar a otras personas”, honda frase de una niña poderosa que sabe que el arte en su cerebro y en su corazón es una fuerza que puede cambiar su mundo; es aquí también donde podemos acercarnos a la palabra empoderamiento desde otro análisis que no sea el utilitario o reaccionario; la palabra empoderar se nutre de toda la fuerza semántica original que no es dar poder, sino ser poder, con un raigambre político necesario que insiste en hablar con legitimidad de la realidad de las niñas y niños, no usarlos como mascotas de la estadística y de nuestras visiones políticas, espirituales o antropológicas de adultos, y lo mejor: empoderar también es permitir su expresión tal y como las niñas y niños lo definen, ese es el poder de la formación y de la educación, niños y niñas poderosas que no sólo se rebelan a su condición sino que crean narrativas extraordinarias cuyo objetivo es contar su mundo, niñas que comprenden y deciden que aquellos mensajes que han tenido impacto en sus vidas no deben quedarse ahí, deben transcender a otras niñas y niños.
Plan International Honduras ha sabido escoger socios claves para que el éxito del cine infantil no quede en el anonimato, sino que se extienda a nivel nacional; en ese sentido hay que mencionar a la Dirección Departamental de Educación de Lempira y a los gobiernos locales de Gracias, Lepaera, La Campa, San Marcos Caiquín, San Manuel de Colohete, La Iguala, Las Flores, Talgua, La Unión y San Rafael; además, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras ha colaborado con asistencia técnica a inicios del proyecto en 2015 y 2016.


La primera presentación importante de cine infantil de las niñas y niños de Lempira fue durante el I Simposio de Cineastas Centroamericanos, realizado en septiembre de 2015 por el Centro de Arte y Cultura de La Universidad Nacional Autónoma de Honduras y la Asociación de Cineastas de Honduras “Linterna Mágica”, un evento en el que personas que son referencias del cine regional como Hispano Durón de Honduras; María Cortés de Costa Rica y Martha Hernández de Nicaragua, disertaron sobre la producción centroamericana de cine; en ese espacio se proyectó un cortometraje realizado por las niñas y niños de Lempira, que en esos días daban sus primeros pasos jugando al cine con elementos básicos; la realidad del cine centroamericano pasa por la carencia de una inversión que potencie su industria y mercado, los esfuerzos son heroicos por parte de los artistas que deben recurrir a algunas instituciones que cuentan con recursos limitados para apoyarlos. Los especialistas que disertaron en ese evento regional de cine, dieron a conocer la situación actual de la producción cinematográfica; la referencia a esta realidad la definió categóricamente la cineasta nicaragüense Martha Hernández “para realizar una buena producción cinematográfica, debemos plantearnos ideas posibles, de esa manera nos evitamos la frustración y logramos terminar el proyecto.  No somos extraterrestres, debemos plantear ideas que  estén a nuestro alcance. Nos falta tecnología y recursos”  eso es básicamente lo que hacen las niñas y niños cineastas de Lempira, crear maravillosas historias con lo que tienen a mano. En el año 2016 diario EL HERALDO, después de varios reportajes sobre las bibliotecas de Plan International Honduras en Lempira, hizo una invitación a los cineastas infantiles para que participaran en el Festival Internacional de Cortometrajes El Heraldo; en marzo 2017 las niñas y niños de Lempira, junto a Plan International Honduras y la Dirección Departamental de Educación de Lempira, fundan el Festival de Cine Infantil en el que se exhibieron dieciocho cortometrajes que comienzan a ser conocidos por todo el país; por eso en la edición del Festival Ícaro Honduras 2017 se presentó una muestra de cuatro cortometrajes de ficción donde han decido contar sus historias y dieron la oportunidad de actuar a niñas, niños, madres, padres, docentes de sus comunidades; y también se proyectaron cuatro documentales que entran al mundo de sus familias y sus comunidades para explorar temáticas como pobreza, migración, abandono, falta de empleo, tradiciones y soledad, “Yo me tapé la cara cuando la madre comenzó a llorar mientras filmábamos y decía que había criado a sus hijos con tortilla y hojas acidas del patio de su casa” contó Yunior Antonio de la Comunidad de San Bartolo, La Unión, a sus compañeros y compañeras cineastas que conversaban sobre sus experiencias; un testimonio demoledor de un pequeño cineasta que afirmó sentir dolor por esta situación que debería  darles vergüenza a malos políticos hondureños.

El cine infantil de Honduras ha comenzado a dar sus pequeños pasos gracias a Plan International Honduras y a la Dirección Departamental de Educación de Lempira, un proceso que comenzó en silencio y desde Lempira; por supuesto que hay retos que resolver, casi siempre vinculados a la tecnología y la edición, pero eso no limitó ni limitará a las niñas y niños que discuten más de cincuenta nuevas ideas para hacerlas cortometrajes. Sus producciones poseen la hermosura de la simpleza.

Las niñas y los niños han sido audaces, insistieron e insistirán en crear mensajes relevantes e intensos sobre la vida, aprenden todo el tiempo y sobre todo hacen el cine del futuro, ese otro que no le da la espalda a la necesidad de un país que necesita respirar con su pulmón más atrofiado: la imaginación.

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