Del poeta Jon Andión, conozco tres libros que leí con las pausas esenciales que alientan a todo lector de poesía; antes no tenía ninguna referencia de él, sin embargo la vida nos permitió coincidir en el Festival Internacional de Poesía de Costa Rica de este año 2017, donde también conocí a otros poetas sobre los que escribo estos días y que participaron en este magnífico evento que lideran Norberto Salinas, Rodolfo Dadá y Julieta Dobles, tres referencias de la poesía costarricense.
Joaquín Pérez Azaústre opina en la presentación del libro “Soñar” de Andión que en su poesía “asistimos a un descubrimiento personal: el de un sujeto poético reconvertido en voz colectiva y sutil, a través de una estratificación en el espacio de la voz metafórica, mediante unas imágenes sencillas que van ganando volumen en la respiración de la lectura, pero también en la propia melodía fonética de las palabras como objetos sonoros, sosteniendo su ritmo, alzándolo y rompiéndolo, en una integración encadenada, de creciente espiral, que es una producción musical en sí misma.”; por supuesto que es complejo ofrecer opiniones panorámicas de la obra total de un poeta, pues cada poema sobrevive y arde en la propia verdad de su instante y aunque el fantasma de su creador o la línea de un estilo esté presente, no lo define ya que todo buen poema es deriva y lectura abierta; sin embargo nos corresponde tomar el riesgo, asumir lecturas y cercanías con la poesía o con un poeta; en este caso, la poesía de Andión, posee un sentido de transparencia y de antiguos silencios dispersos en los instantes de un presente que puede resultar revelador del transcurrir total.
“La mirada abierta” es un libro donde la poesía es el eslabón de un diálogo entre el poeta y obras de artistas plásticos o visuales, todos disimiles en sus visiones estéticas y en el tiempo de creación, aunque el tiempo de su lectura sea un presente que se destruye perpetuamente. No se trata de una catarsis del poeta ante un cuadro, ni de una elucubración, sino de una propuesta de lectura cuyo centro supera la idea de descripción de la obra, de opinión de un lector o espectador, todo lo contrario, nos revela la imposibilidad, la subjetividad y la carencia humana para explicar con palabras lo que se comprende con perfección desde los sentidos; es aquí, donde pienso que Jon Andión logra esa transparencia característica de su poesía, aún en aquellos textos que requieren de un lector avezado de las artes visuales, con cierta materia viva de referencias culturales o de otros textos donde el hermetismo induce a ser clarividencia y no un asomo a la cerradura.
Una poesía que recorre los instantes del presente e intenta cruzar la vida cotidiana armada con las percepciones intuitivas o intelectuales que confortan los instantes o los convierten en verdaderos asideros de la duda. Hay algunos poemas que he leído varias veces y ha sido por compartir la fascinación que me ha producido Hopper desde que lo descubrí, ese sentido tan humano de la orfandad y la desolación, y Jon Andión recorre algunos de sus cuadros para desatar otra vez la furia de la incomunicación de los personajes, su épica forma de vivir la intimidad y ese sentido casi morboso con el que el espectador intenta descubrir sus pensamientos. Es así porque si en Hopper, los puntos de vista y los grandes espacios irradiados por entradas bárbaras de la luz cuyo efecto es capaz de causar la grandiosidad de los objetos y de aplacar la existencia (no digo que en Hopper las atmosferas, que si son importantes, sean las que concentran mayor peso semántico, pues son los personajes y su posible mundo interior lo que permite que su universo sea de ese modo, incluso en cuadros donde no hay seres humanos como “House at dusk”, la casa no es una realidad objetual sino un personaje) en la poesía de Jon Andión, el diálogo es más íntimo y trata de auscultar los pensamientos de esos personajes que son tan reales como sólo pueden serlo las ideas, las concepciones de las verdaderas obras de arte, la vida misma de cualquier persona cuyo viaje cotidiano significa la edificación íntima de una epopeya moderna donde sobreviven los dilemas personales que bien pueden significar la suma de la desolación de la vida contemporánea. Es aquí donde esa poderosa noción de soledad no da lugar a otra interpretación que no sea el absurdo y la orfandad: el hombre moderno no pertenece a ningún lugar; Jon Andión nos asoma a ese germen de su abandono e intenta salvarlo al ofrecerle el poema como única posibilidad de auto reconocimiento de su condición en el mundo.
“La mirada abierta” dialoga también con obras de Chagall, Dalí, Cézzane, Hodler, Olga Rozanova, Sonia Delaunay, Natalia Goncharova, Van Gogh, Braque, Popova, Antonio Tapies, Jorge Oteiza, Leger, Claudel, Giacometti, Cellini o Pierre Huyghe, de ahí surgen sus poemas; se trata de leer un universo desde otro universo, sin embargo las lecturas de Jon Andión son auténticas y personalísimas, de algún modo abandonan el molde que el canon, la crítica o la institucionalidad les ha dado a estas obras o autores universales, haciendo incluso que muchas formas de acercarse a ellas hoy sean cultos clichés o visiones enlatadas de una idea de “cultura” de las guías del arte o de los turistas.
Poemas de "La mirada abierta"
LAS TRES Y MEDIA
(EL POETA)
Son todas las mañanas
la misma pregunta,
todas las mañanas la misma
luz,
todas las madrugadas el mismo vuelco,
y este sentar alterno
en la noche devuelta,
son todas las tardes las mismas
olas en el pecho,
el mismo cuchillo de fruta,
la misma pelota, la misma
botella y su equilibrio de elipsis y pez espejo,
este mural deshecho de mis flores,
café,
irreverencia,
y aspas en la tela de la palabra.
Olvidé
quién.
Son todas las veces
la condición.
“LAS TRES Y MEDIA
(EL POETA)”
Marc Chagall -
Óleo sobre lienzo. 1911
QUIMERA
Mío es el lugar
de las distancias que no convergen,
el sueño repetido a la utopía,
al silencio sepulcral de las civilizaciones,
al último lugar del cielo para honrar.
La gruta de los hombres llevo en la boca,
el miedo de sus ciudades en las garras,
la oscuridad de sus ideas
en el hueco palpitante de mis ojos.
Llevo la forma
que pactó el caos de la batalla,
el fuego de mi cabellera
y el carácter hipnótico de mi máscara.
Siempre
al decir
vosotros.
“QUIMERA”
Anónimo.
Civilización Etrusca. - Bronce. S. IV a.c
CAJA VACÍA
Cuánto cabe
en una caja
de hierro rojo?
quizás un encuadre escorado,
quizás la velocidad del viento,
quizás la densidad del aire,
quizás los ecos del espacio,
quizás
la levedad,
la magnitud abierta del acantilado.
“CAJA VACÍA”
Jorge Oteiza -
Acero corten. 1958.
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VESTIDOS
SIMULTÁNEOS
Acaso no comienzan así
las ciudades?
Cuando una decide
calzarse una figura
rápida para la tarde,
y los pequeños escalones del hall
claquean al compás
de la calle que nos llama,
y la tela que cae
y baila a cada paso
cuenta más sobre ti
que lo que tú misma
dirías.
Hay que jugar a descubrirse.
Cada una lleva
un patrón ajeno
para hacerlo suyo.
La belleza
sólo se agota con la voluntad.
Todo parece un laberinto donde encontrarse.
“VESTIDOS
SIMULTÁNEOS (TRES MUJERES,
FORMAS, COLORES)”
- Sonia Delaunay.
Óleo sobre lienzo. 1925
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ROOM IN NEW YORK
Tú
tocas el piano,
una tecla,
un solo dedo,
te paras sobre ella,
sin presionar, sin influir,
dejas que su armonía se dilate,
yo, sentado,
al otro lado de la pequeña mesa circular
donde solíamos comer,
inclinado hacia ti, leo el periódico,
nuestra cercanía
es nuestro mejor discurso.
Se nos ve desde la ventana.
Somos algo de fuera,
dentro.
“ROOM IN NEW YORK”
Edward Hopper -Óleo sobre lienzo. 1932.
NIGHTHAWKS
Qué significa ser un solitario?
Un animal salvaje
dueño de su propio tiempo,
de la presión de su pezuña
sobre la cara invertida de la multitud,
señor de su propia huella,
amante efímero de la sombra.
A veces,
andar la noche por el filo de un sombrero,
a veces, pasear
la hoja plateada del sueño ajeno
por la inconsistencia febril
de la ciudad dormida,
a veces
no ser nadie en especial,
ser un halcón nocturno
que pasaba por allí,
y pensó en tomar café,
mientras, como él,
otras criaturas de la noche,
incomprendidos agentes de la soledad,
ya estaban
en su taburete alto
y su periódico holgado,
o vendrán, a su debido tiempo,
al café humeante y ancho
de la noche americana,
a los mil mundos aislados en cada sorbo,
a las mil mudas historias del extraño
y su manera de caminar la lluvia,
al tan conocido tintineo
con el que la puerta
deja entrar
a la noche.
“NIGHTHAWKES”
Edward Hopper - Óleo sobre lienzo. 1942.
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GOLGOTA II
Me suben
flores
por las piernas,
para ser
del verde aquel
que nunca fuimos.
Qué hay
de planta
en el hombre vivo?
De telas mojadas
una barca
piensa en ser
bote.
La ilusión
desnuda
es de resina
azul y roja.
La icónica imposible
juega
al virar
del viento.
Me suben
flores por las piernas,
la tierra canta,
los hombres callan,
se agrietan,
traen escaleras a la orilla,
buscan la palma abierta del profeta.
Viene el barquero
con el mundo en una vela.
“GÓLGOTA”
Marc Chagall -
Óleo sobre lienzo. 1912