Entrevistamos a Verónica Zambrano, una pedagoga con una orientación en Educación
Especial, Desarrollo Cognitivo, además de ser experta en derechos de la niñez y
adolescencia, educación de calidad e inclusión, programas transformadores de
género, mediación pedagógica y modificabilidad cognitiva. Actualmente es
Directora de País de Plan International Honduras, una institución que se
encuentra, junto a otras organizaciones que velan por los derechos de las niñas
y los niños, en el frente de batalla contra la pandemia del COVID 19, donde
enfrentan una realidad que siempre ha sido compleja pero que en este contexto
se convierte en voraz y caótica, la vulneración de derechos, ese un monstruo
que nunca duerme y que hoy también se mudó a muchos hogares a confinarse bajo el
silencio.
Hay
incertidumbre por la complejidad de una crisis de salud que se transformó en
una crisis social y política con consecuencias mundiales, lo que complica dar
respuestas con prontitud y efectividad. El Estado ha realizado un esfuerzo, sin
embargo, las niñas y los niños no están en el centro de las respuestas a la
crisis, sobre todo la niñez que vive en condiciones de pobreza, cárcel,
migración o con discapacidad. Plan International Honduras ha hecho un
pronunciamiento para que la niñez sea tratada como grupo vulnerable, pues el
20% de los casos de COVID 19 son niñas y niños.
¿Hay
avances en los protocolos para asegurar los derechos de la niñez?
La
responsabilidad y el liderazgo en estos temas corresponde al Estado. Faltan
respuestas integrales y efectivas, con apoyo de la cooperación internacional se
debe asegurar el cumplimiento de los mandatos de la Convención Internacional y
de la CEDAW.
¿Qué
hacer para que el COVID 19 no desenfoque nuestra atención de la niñez?
En
tiempos de crisis, las niñas y las mujeres son las víctimas más vulnerables, y
lo peor, las más invisibilizadas. Debemos dar respuestas que no olviden que
vivimos en una sociedad patriarcal donde existe la violencia basada en género y
que nada cambia en el confinamiento. La violencia es la pandemia dentro de la
pandemia. No han disminuido los embarazos adolescentes y las uniones forzadas
de las niñas con un adulto. Mas bien todas las investigaciones demuestran que estas
cifras crecen en tiempos de emergencia. No se pueden dar respuestas sin
considerar esta situación pues se reportan 86 casos diarios de violencia
doméstica, cada tres horas una niña da a luz, seguramente por causa de una
violación, 75% de los abusos son de niñas menores de 17 años y fueron causados
por personas conocidas, por miembros de familia. Esto es lo que sabemos, sin
embargo, hay un vacío y un silencio absoluto en el confinamiento.
¿Cuál
ha sido la respuesta de Plan International Honduras para ayudar a la niñez?
Hemos
duplicado esfuerzos para seguir funcionando en medio de la crisis y para dar
una respuesta humanitaria en las áreas de salud, alimentación, protección,
educación y medios de subsistencia económica. Nuestra primera respuesta es
llevar kits de alimentos e higiene con información para prevenir la pandemia a
treinta y tres mil familias que son patrocinadas, ya estamos cumpliendo con esa
meta. Hemos lanzado una campaña para quedarse en casa sin violencia, preparamos
nuestra respuesta para apoyar la educación, pues hay casi un millón de niñas
sin asistir a la escuela, el 70% de la niñez de zonas rurales no tienen acceso
a internet, computadoras o recursos educativos; también trabajamos una
propuesta sobre medios económicos que permitan la subsistencia de las
familias. Hemos apoyado también a niñez
en condición de vulnerabilidad extrema como son niñas y niños migrantes
retornados, y privados de la libertad.
De ellas y ellos no podemos olvidarnos.
¿Cómo
recuperar la confianza para que los padres y madres manden a las niños y niños
a la escuela cuando tengamos un escenario menos complejo en esta crisis?
Honduras
tiene un débil sistema escolar: infraestructura deficiente sin equipamiento
pedagógico, hacinamiento, pocos docentes, no hay condiciones higiénicas, muchas
veces escasez de agua. El escenario se complica porque las madres y padres en
algún momento regresarán al trabajo y no hay quien cuide a las niñas y niños.
El Estado está obligado a dar respuestas confiables que protejan a la niñez para
que no resurja un brote de la pandemia mucho más fuerte. Fomentar el respeto y
la responsabilidad en la escuela, serán valores clave para regresar.
¿Las
madres y padres cómo pueden ayudar a las niñas y niños en el confinamiento?
La
empatía es un buen comienzo: ponernos en el lugar de las niñas y niños.
Preguntemos cómo se sienten, a qué tiene miedo, cómo superar juntos la
pandemia. Hay que compartir, hablar
mucho y no angustiarse porque las niñas y niños no cumplen totalmente con el
currículo educativo. Aprovechemos para que, como padres, nos convirtamos en los
maestros de las hijas e hijos. Las madres y padres somos los primeros
mediadores y pedagogos; podemos retomar el papel de enseñar, de aprender
juntos. También es una oportunidad para acercarse a la lectura, eso nos ayudará
a desarrollar habilidades autónomas de aprendizaje. La cuarentena elevó el
trabajo doméstico y eso recae en las niñas y en las mujeres. El trabajo
infantil doméstico perenniza los roles y estereotipos de género.
Aprendamos en
la cuarentena a compartir las tareas de la casa, expresémonos, aprendamos a
escuchar, juguemos, protejámonos, no tengamos miedo de denunciar si somos
víctimas de violencia doméstica.
Pensemos siempre en las niñas y en los niños, no los olvidemos nunca que
nuestras acciones y palabras, los marcan para siempre. Padres y madres debemos
y podemos asegurar que la casa se convierta en un hogar que enseña y protege y fomenta la autoestima y la seguridad de las hijas y los hijos.
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